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Contribuiți la feedbackOs presento el restaurante cabo home situado en la aldea de donón de la parroquia de hío en cangas do morrazo (pontevedra). Los fines de semana es mejor reservar mesa y de lunes a viernes degustar el menú. Los jueves y domingos hay cocido gallego. Cerramos los martes y el mes de noviembre por descanso. Variedad de mariscos y pescados de la ría.
Hemos llegado sobre las 14h , sin reserva . Muy amablemente nos han indicado media hora de espera . Esa media hora ha sido una , pero no nos ha importado tomando una caña y un albariño . Nos ponen la mesa y la carta, tras pedir almejas no habían , arroz con marisco tampoco , pero si arroz con bogavante a 50 euracos pedimos finalmente unas navajas plancha , un rape y calamares a la plancha . Son las 17 y nos hemos ido solo con las las navajas , y dos jarras de cerveza 1 ración completa de pan. Hemos visto como mesas de detrás nuestro servían almejas y paellas. He preguntado que si no estaba a la plancha ya los platos nos íbamos . La camarera del inicio que nos dijo media hora que que pasaba amablemente , le indique que 3h pa unas almejas no ,y que para dos platos a la plancha era excesivo , la de la barra que los platos no paellera de arroz eran por encargo ?? Perdona. ? Y el bogavante no ?? y la camarera muy mona de ojos verdes saltando como una loba que loque teníamos que hacer los clientes era cuando nos sentamos decir si queremos esperar rato o no un rato de cuanto ? 6h?? total 4 jarras t una ración de navajas 25€, se olvidaron del albariño y de la clara . Puntuación 0, y no id con pintas de playa o no ser de la zona
Restaurante situado en el camino hacia el faro del concello de Dondo. Muy popular entre los locales. Excelente servicio y precio asequible. Amplia variedad en el menú. El entorno es precioso y está rodeado de playas salvajes ideales para una siesta tranquila.
La comida es muy recomendable, sin embargo, un detalle nos amargó bastante la estancia. Nos sentamos en el comedor y nadie nos advirtió que el menú del día solo se servía en las mesas de la entrada. Después de esperar un buen rato, nos explicaron la situación, pero ya no había mesas disponibles para cambiarnos, por lo que tuvimos que pedir de la carta (ya era tarde para buscar otro restaurante). Un pequeño letrero o alguna indicación por parte del personal al entrar habría evitado el mal momento que pasamos.
Ante mis ojos se extendía la inmensidad del mar, el sol en su ocaso envolviendo la tierra con su color naranja y una pareja parecía estar en el perfil del acantilado. Mi cámara ha inmortalizado este momento, para siempre. Sentado en una de las rocas, disfrutaba de la vista. Fue un momento mágico y solemne. El Monte Facho fue el lugar donde vimos la entrada de barcos en la ría de Vigo.
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